Todos hemos caído rendidos ante la magia del primer amor.
Imposible olvidar aquel sentimiento de inocencia, el cual creías que sería
eterno.
Ni las mil emociones que invadían tu ser, al tener cerca a esa persona
que rodaba por tu mente todo el día. Tampoco las locuras, producto de tu
ingenuidad, que hiciste por él o ella. Sí, en este momento te vino un nombre a
la mente y acabas de recordar viejos tiempos a su lado.
El primer amor, no siempre es la pareja con la que dio
inicio nuestro historial de relaciones sentimentales, tampoco aquel
enamoramiento de la adolescencia que te produjo ensoñaciones melosas y hasta
ridículas.
No, el primer amor, es ese sentimiento intenso que te llega hasta lo
más profundo, que te atrapa en un torbellino de emociones, elevándote a un
paraíso de pasiones hasta el momento desconocidas. Es el descubriendo de un
amor que no sabes que podías llegar a sentir. Todo es nuevo y maravilloso,
hasta la ilusión de permanecer toda una vida junto a alguien. Concibes a esa
persona como única, especial y llena de virtudes.
El olvido se torna largo y algunas veces, simplemente no
llegamos a olvidar, pero sí a superar, el afecto cambia para sólo convertirse
en un recuerdo de largas caminatas, románticos atardeceres, besos y caricias
que guardamos celosamente en nuestra memoria. Cada vez que estos bellos
momentos, se asoman por nuestra mente, llevándonos por la senda de las dulces
memorias de aquel amor que nos llevó al cielo por primera vez, sonreímos en
secreto, sintiéndonos nostálgicos por aquello que llegamos a sentir y nos hizo
tan felices.
No es que al primer amor se le quiera más, simplemente es
más vehemente porque en él reside la magia de descubrir algo nuevo y
fascinante, una pasión inexplorada y completamente irracional, una veneración
por alguien más allá de nuestro entorno fraternal. Es tan extraordinario ese
sentimiento, que llegamos a ignorar que algún día puede terminar, ahí radica lo
maravilloso: el creer que es eterno. Por otro lado, los demás afectos que
surgen después de la tormenta que ocasionó el amor, vienen acompañados de un
arcoíris y algunas veces días nublados, no es que sean mejores, simplemente ya
no amamos con esa tierna inocencia de aquel delirio amoroso, nos convertimos en
seres precavidos y hasta temerosos de las consecuencias que conlleva el
enamorarnos nuevamente; volviéndose amores más adultos, más conscientes, más
apegados a la realidad.
Relaciones amorosas llegaremos a tener muchas, unas nos van
a marcar y otras simplemente quedaran en el olvido, pero hay una, una en
especial que siempre conservaremos en nuestros corazón y en nuestra memoria:
EL PRIMER AMOR
Autor: Liz Barojas
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