No por cobardía, ni por falta de agallas, pero es que
llegaste en el momento menos indicado a mi vida. Porque tal vez la historia que
me planteas podría ser una de las más hermosas que nos pudo ocurrir a ti o a
mí. Pero debimos conocernos antes, es la verdad. Tu insolente, pero hermosa
mirada me causa estremecimiento cada que la encuentro, y no es exageración,
esos ojos tuyos pueden reflejar las maravillas de tu alma, y me llevan a
imaginarte a mi lado, puedo perderme en esos ojos, sin ganas de ser rescatada.
Pero debimos conocernos antes, no porque ahora no brilles
con plenitud, o mis fuerzas para querer se hayan agotado; debí conocerte antes
porque antes habría sido más sencillo. Y no es por egoísmo que te digo esto,
pues a pesar de no deber, me has cautivado. Y fue lo inesperado de tu
presencia, tu sonrisa autentica y llena de vida, tu mirada, esa mirada… Fue
tu andar lento y pausado frente a mí, dándome a saber que ahí estabas. Posando
cínicamente tus ojos en los míos, sin dejar nada a la malinterpretación, me
atrapaste. Y no me arrepiento de eso. Pero debimos conocernos antes.
Porque ahora, aunque la fuerza con la que tu cuerpo me
llama, la magnitud de tu presencia cuando, por casualidad, llegas a verme lejos
del mundo, ahora no es posible. Mi vida y mi tiempo están ocupados por alguien,
una persona que elegí hace tiempo, que tal vez ha perdido las insistentes
ansias de enamorarme, pero está a mi lado. Por eso debimos conocernos antes.
Porque aunque admiro tu valor de apostarlo todo por alguien como yo, alguien
sin la fuerza que tú tienes en una sola pestaña, no es posible más.
Quisiera darte más, quisiera no querer darte más, pero lo quiero. Tú
mereces más.
Debí conocerte antes, y créeme que sin dudarlo habría caído
en tus brazos, porque eres de quien siempre espere enamorarme, tan cínico y a
la vez sincero; con esa encantadora mirada que arranca una sonrisa a quien la
vea, pero más aún por tu alma que no sé si es solo apariencia, pero irradia
bondad, sencillez, pero también un gran orgullo. No se describirte, solo
entiendo que eres especial. El hombre más especial que he conocido en mi vida.
Pero debí conocerte antes. Antes de que la historia de mi vida estuviera
tan escrita y tan establecida, antes de que el amor fuera prohibido. Aunque
tal vez el encanto de ti es que llegaste ahora, sin avisar, sin preguntar si
podías entrar; sin maldad a fin de cuentas, pero provocando tempestades.
Lamento tanto que así sean las cosas, lamento mirarte frente
a mí y no poder lanzarme a ti, no poder besarte y tocar tu rostro; pero es así
como debe ser, porque algún día miraremos al pasado y nos encontraremos en la
memoria, tal vez agachemos los ojos, pero una tímida y sincera sonrisa
terminará por dibujarse en nuestros labios, tal vez nos preguntaremos que
habría pasado de haber sido posible nuestro tiempo; te prometo que será un
momento único y mágico, que nos llenará de esperanza, te prometo que nuestra
pequeña historia vivirá para siempre en nuestros corazones, siempre estará ahí
con la fuerza de la nostalgia y la bondad.
Te quiero y es lo único que puedo decirte en este
instante; nada quisiera más que haberte conocido antes, ojalá te hubiera
conocido antes…
Autor: Celia Odette
No hay comentarios:
Publicar un comentario